Toy Story 3: Cuando crecemos y nuestros juguetes se quedan solos

¿Hay alguien que, una vez superada su niñez, no ha abandonado sus juguetes olvidándolos en algún sitio oscruo de su habitación? Toy Story 3 parte de esa premisa: Andy ya no es el chico que jugaba con Woody, Buzz y sus amigos, imaginando un asalto a un tren en el oeste perpretado por los malvados señor y señora Cara de Papa.  No, Andy tiene ya 17 años y debe partir a la universidad, y los juguetes se encuentran olvidados en un baúl esperando su destino final que sería ir a una guardería o quedarse olvidados para siempre en el ático.

Será una confusión la trama qye desarrollará la historia y evitará que se caiga en argumentos repetitivos. Los juguetes se sienten decepcionados de su dueño porque creen que los echó a la basura y, dolidos por su forma de actuar, terminan en una guardería pensando haber encontrado un lugar especial, done jugarán todos los días y para siempre; donde los niños los cuidarán y brindarán el afecto que no recibían de Andy hace mucho tiempo Woody, el vaquero, sigue permaneciendo fiel a Andy e intenta volver; sin embargo, cae en manos de una niña juguetona llamada Bonnie y, por medio de otros juguetes, se entera de lo que sucede en la guardería. Los lazos de amistad que lo une a sus amigos lo hacen volver para salvarlos.

Mientras tanto, en la guardería, los juguetes no se han encontrado con lo que pensaban iba a ser el lugar cálido que esperaban. En la guardería no tienen dueño y cada niño que los utiliza para jugar los golpea, los mancha y no los tratan como lo hacía Andy. Es por eso que deciden regresar – apoyados por Woody – en una aventura llena de peligros pero también de diversión.

En el transcurso de la película se puede apreciar la calidad de sus realizadores; pues tiene la cuota adecuada de humor, de suspenso y hasta de romance. Es dificl no reir al escuchar a Buzz, el guardián intergaláctico, convertirse en un galán español;  o angustiarse temiendo lo peor al ver que Woody y sus amigos se acercan cada vez más al fuego hirviente de una fundición. Y quien vea a Ken enamorarse de Barbie añorará al ver cómo se desarrolla una historia romántica ya conocida, pero que no por eso pierde el sentido.

No obstante, esta cinta también invita a la reflexión, pues no habla de la amistad, de la fidelidad, pero también de la hipocresía y del engaño e inclusive de la falta de gratitud, un mensaje que suele estar dedicado a los pequeños del hogar, pero que en este caso también mueve las fibras interiores del público adulto. Además, se aprecia la maestría con que en algún momento nos llegamos a preguntar qué habrá ocurrido con nuestro carro favorito, con el personaje más querido de nuestra niñez, o cuántas veces lo hemos tenido cerca y no hemos recordado con éñ los momentos de nuestra infancia que no debimos abandonar.

En líneas generales, Toy Story 3 cumple con hacernos olvidar que se trata de una secuela, que en sí no es más de lo mismo. La película ha desarrollado bien a los «antiguos» personajes ya conocidos como Andy y su hermana, pero, además, ha creado otros con una personalidad que se asemeja mucho a la realidad: Bonnie, la niña imaginativa con sus juguetes pero tímida frente a los demás, es una muestra de ello. En ese sentido, sigue la misma línea de caracterización de sus personajes ya trazada por sus anteriores entregas, pero también toma lo aprendido por otra película de Píxar, Los Increíbles, e incluso parte de la propuesta de Up, llegando a hacer pensar al espectador en los lazos que olvidó con sus juguetes e identificarlos con los personajes. Sin duda alguna, el gran genio de John Lassester ha estado detrás de todo esto, tomando lo ya aprendido para hacer de Toy Story 3 la película de mayor éxito que por el momento haya creado Pixar, la cual, de todas maneras, está llamada a ocupar un lugar especial en la próxima premiación de la Academia.

(*) Artículo de cine publicado en el periódico mensual «La Ley», del 1 al 30 de junio de 2010.

Acerca de davidgarciasanchez
Estudio Derecho en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. En el ámbito profesional me llama la atención el Derecho de protección al consumidor, tan es así que la elaboración de mi tesis gira en torno a sus principios como a las bases que sostienen su sistema. No obstante mis estudios de Derecho, me apasiona la Literatura. Entre mis escritores favoritos tengo a Alejandro Dumas, Martín Adán, Julio Cortázar y Jorge Luis Borges. Sigo también, aunque en menor medida, la Historia, la Gramática, el contexto mundial actual, y en un aspecto un tanto menos académico, pero no por ello menos cultural, me interesa y aprecio mucho el cine y los videojuegos. Tengo la suerte de poder dedicar parte de mi tiempo a cada uno de los aspectos que me interesan, aún en el ámbito laboral, pues aparte de mis prácticas de Derecho, gracias a las que he podido publicar algunos artículos, me he desempeñado como columnista en la sección "En cartelera" del periódico jurídico "La Ley", además de escribir algunos cuentos que gentilmente amigos míos han calificado de aceptables. El fin de este blog es promover en mí una mayor dedicación hacia los temas antes mencionados y mejorar cada día el estilo de mi pluma a través de los textos que comparta con ustedes.

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